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jueves, 1 de febrero de 2024

Oratorio de las monjas emparedadas de la calle Tetuán de Pontevedra

 Este oratorio, apenas un pequeño receptáculo de una sola estancia, se encontraba ubicado en la que ahora conocemos como calle Tetuán, aproximadamente en el lugar que actualmente ocupa la capilla de Jesús Nazareno.

Su denominación, como oratorio de las Emparedadas, comienza a surgir en el siglo XIII. Respondía a un tipo de enclaustramiento religioso que consistía en un emparedamiento voluntario de unas monjas de clausura en el interior de una pequeña celda, generalmente adosada a una iglesia, con la puerta tapiada y únicamente una pequeña abertura al exterior para recibir alimentos y poder comunicarse con los visitantes, y otra ventana que comunicaba con el templo para poder asistir a los preceptos religiosos.

Como, evidentemente, no tenían huerto su modo de subsistencia era la caridad de los fieles, la señal era el tañido de una pequeña campana, así que hacían sonar su campana los caritativos vecinos hacia allí se dirigían con comida para las monjas. Aunque no se sabe con certeza la fecha, se cree que estas debieron abandonar ese emplazamiento en la segunda mitad del siglo XIX, aunque si entendemos que este aposento estaba adosado a la iglesia de San Bartolomé el Viejo, debió de desaparecer al mismo tiempo que la iglesia y se comenzó la demolición de esta el 14 de mayo de 1842, finalizando en el año 1844, por lo tanto su desaparición tendría que datarse a finales de la primera mitad del siglo XIX. En Galicia, que sepamos, solo se dio este tipo de enclaustramiento en Pontevedra.

Por este motivo, esta calle recibía, según el profesor Filgueira Valverde, desde mediados del siglo XIII, la denominación "de las Emparedadas", por existir esta celda a modo de pequeño convento. Con la victoria del General O´Donell en la batalla de Tetuán, en 1860, se decidió bautizar la plaza existente, al ser derribada la iglesia de San Bartolomé, como plaza de Tetuán, y con la construcción del Liceo Casino y del Teatro Principal años más tarde, dejó reducida la plaza de Tetuán a la actual calle.

En España todavía se conserva, en su estado original, una celda de las emparedadas en la ciudad de Astorga, en la parte oeste de la iglesia de Santa Marta, un insólito testimonio de aquella costumbre medieval de eremitismo urbano de emparedarse de por vida. La celda de las emparedadas de Astorga es un espacio irregular, con una ventana abierta a la calle, por donde recibían limosna y alimento y por donde también se comunicaban. La otra ventana de la celda comunicaba con la capilla mayor de la iglesia de Santa Marta, para poder asistir a los sagrados oficios.

Para tener una visión más clara, reproducimos este texto del libro de Gregoria Cavero, "Inclusa Intra Parietes" La Reclusión Voluntaria en la España Medieval.

"Calificado como fórmula del eremitismo, el emparedamiento se desarrolló con gran adaptabilidad, dentro de una gran proliferación de fórmulas religiosas, más entre las mujeres que entre los hombres. Se realizaba en celdas adosadas a iglesias y cementerios, en hospitales y monasterios, en puentes y en murallas, localizadas en el centro urbano o en su derredor: pero siempre provocando un gran impacto sobre la sociedad que les rodeaba.

Celdas dependientes de concejos o de iglesias, celdas independientes, pequeños habitáculos (identificados con sepulcros), con dos ventanillas (una hacia la calle, otra hacia la iglesia) y una puerta. Alejada del claustro tradicional, la vida emparedada se iniciaba con una despedida del mundo, una ceremonia litúrgica con el oficio de difuntos y una entrada en la celda, cuya puerta era tapiada: vestidas de penitentes, con bendición o sin ella, la vida en la celda transcurría en unas condiciones físicas muy duras : poca comida, sobre el suelo una tabla por lecho y escasas ropas ; una vida de mortificación y disciplinas, de oración y salmos, de privación y lágrimas".

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