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domingo, 11 de febrero de 2024

La casona masónica de Pontevedra

 En Pontevedra ciudad existe un edificio singular cargado de enigmas y misterios. Es la que se conoce como la casona de los Fonseca o la «casa masónica», por su estructura arquitectónica cargada de elementos masónicos. 

En su interior conserva intacta la sala principal, con su ventana semicircular, donde se realizaban las reuniones masónicas, teosóficas y espiritistas. 

Hoy en día alberga en su interior las dependencias del Archivo Histórico Provincial.

Este singular y enigmático edificio neoclásico, cargado de elementos simbólicos, es una construcción sobria y elegante que consta de dos plantas y ático. Mandado construir por D. Eulogio Fonseca García de Redondo.

Se finalizó su construcción en 1910. 


D. Eulogio Fonseca García de Redondo, nació el 27 de agosto de 1846. Hijo de Luis de Fonseca y de Francisca García de Redondo, y tío de Javier Pintos-Fonseca García. Se sabe que en el siglo XIX, ostentando el grado 18º y con el alias Fenelón, perteneció a la logia masónica pontevedresa «Helénica nº 63/nº 11», que funcionó entre 1882-1890, y de la que dependería el Capítulo «Constancia», y a la que también perteneció, entre otros, Indalecio Armesto, (Arístides). Se cree que también lo hizo años después en la logia “Helenes nº7”.

La fachada, de sillería labrada, es neoclásica, con un pórtico de ocho columnas que sostienen un gran frontón en el que se abre una ventana semicircular, clara referencia al Ojo de la Providencia, el ojo que todo lo ve, símbolo que fue gradualmente adoptado por los francmasones para representar al Gran Arquitecto del Universo. Su verdadero origen se encuentra en el simbolismo del Udjat u "Ojo de Horus ", antiguo dios egipcio que representa al sol.

Se accede por una escalinata flanqueada por dos esfinges de piedra, animal fabuloso, fieles guardianes de lugares que no deben ser accesibles para todo aquel intruso que no sepa desvelar el acertijo que le permita su paso.

A cada lado del frontón, dos grifos, animales alados, simbólicamente significativos por su dominio de la tierra y el cielo, debido a su cuerpo de león y cabeza y alas de águila. Para los antiguos hebreos el grifo fue siempre una figura guardiana. En Creta representó la valentía vigilante y así también lo consideraron los antiguos griegos. Para los romanos fue el emblema de Apolo, el dios de la luz y estuvo relacionado con Atenea, diosa de la sabiduría y con Némesis, diosa de la venganza.

En el interior del pórtico y en su lado derecho se encuentra grabada la fecha de finalización, 1910, y el símbolo phi, que se corresponde con el número áureo o la divina proporción, su nombre es en honor al escultor griego Fidias.

El edificio, fue adquirido, en 1955, por el Ministerio de Educación Nacional, para albergar el Archivo Histórico Provincial y la Biblioteca Pública, trasladándose a este edificio en 1960 y compartiéndolo hasta 1996, momento en que la Biblioteca Pública Provincial cambió de emplazamiento. Fue reformado entre los años 1993 y 1996, y en la actualidad está destinado en exclusiva a Archivo Histórico Provincial.

En Galicia, hubo un grupo de intelectuales relacionados con el espiritismo y la teosofía: Manuel Otero Acevedo, Víctor Said Armesto, Alfredo Rodríguez de Aldao o Javier Pintos-Fonseca. Con ellos estuvo relacionado Ramón del Valle Inclán, muy interesado, todos estos años, por el ocultismo, igual que su amigo Rubén Darío. Valle, además de referencias menores en otros libros, escribirá dos obras claramente teosóficas y herméticas: La lámpara maravillosa y el poemario El pasajero. Y se sabe que tenía la intención de escribir otro tratado de carácter teosófico sobre Prisciliano.

La logia teosófica "Marco Aurelio" se fundó en Pontevedra en 1911 y formaban parte de la misma, entre otros, Javier Pintos-Fonseca, Jacobo Sanmartín y Alfredo Rodríguez de Aldao. En Andalucía acababa de formarse otra logia teosófica, "Rama Fraternidad". En 1919 se fundará en Sevilla el Centro de Estudios Teosóficos, con el que estará vinculado Diego Martínez Barrio.

Con el grupo "Marco Aurelio" estuvo estrechamente vinculado el escritor y pensador teósofo y masón extremeño Mario Roso de Luna, el «mago rojo de Logrosán», de nombre simbólico Prisciliano, a quien nombraron presidente honorario del mismo. Precisamente el grupo, por iniciativa de Javier Pintos-Fonseca, publicará en Pontevedra, en 1915, en una edición no venal para regalo, el libro Beethoven, teósofo, de Roso de Luna.

Tanto Javier Pintos como Alfredo Rodríguez mantuvieron correspondencia con Roso de Luna, así como otros gallegos (Pedro Arnó de Villafranca, de Pontevedra, profesor; Waldo Álvarez Insua, periodista; Primitivo Sanjurjo, profesor en la Universidad de Cornell (USA), Vicente Risco y Matías Usero Torrente). Afortunadamente, toda la documentación –amplísima- del Grupo “Marco Aurelio” se conserva en un archivo familiar.

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