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martes, 6 de febrero de 2024

La virgen de Quitapesares, el pirata Drake y la invasión inglesa de 1719 a Pontevedra

 En la base de la torre de las campanas de la basílica de Santa María La Mayor, al lado del Cristo del Buen Viaje, se reproduce, en un relieve, una imagen de la Virgen que es una réplica de la que se venera en el templo de Placeres, patrocinado por Montero Ríos y construido sobre una ermita anterior, y se la conoce como la Virgen de Quitapesares.

La Virgen de Placeres o de Quitapesares se representa como la mujer vestida de sol "mulier amicta sole", descrita en el capítulo XII del Apocalipsis, donde se la muestra como imagen de la visión de Juan de Patmos, una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de estrellas sobre su cabeza. Se pensaba que esta Virgen ejercía su influencia protectora sobre el fenómeno natural que se produce en nuestra ría por la acumulación de sedimentos en el lugar donde el agua dulce confluye con la salada y que denominamos la barra, de tal forma que amparaba a las embarcaciones de fieles devotos para que no sufrieran ningún percance al atravesarla y dirigirse al puerto pontevedrés, y obstaculizaba el acceso de las embarcaciones herejes, quedándose varadas si pretendía llegar a nuestra puerto para atacarlo.

Sucedió que la isla de Tambo fue saqueada por las tropas inglesas de Francis Drake, en 1585. Allí arrasaron una ermita dependiente del monasterio benedictino de San Juan de Poio, donde se veneraba una imagen de Nuestra Señora de Gracia que era atendida por unos ermitaños, así nos lo cuenta Pedro Rodríguez Moñiz en 1595, y según el padre Sarmiento esta capilla fue incendiada y la imagen de la Virgen dando el pecho al Niño, arrojada al mar por la tropa de Drake. La respuesta divina ante tal profanación fue la del hallazgo fortuito entre las redes de unos marineros de Combarro de esta imagen y la consiguiente renovación de su culto en la capilla de la Renda, levantada en tierra firme, en lugar seguro frente a la isla.

Por lo tanto deberíamos de interpretar que esta representación de la Virgen de Quitapesares, en la base de la torre, es un acto de reconocimiento de los mareantes pontevedreses para con la Virgen de la ermita de Lourizán, que intercedió por la villa para que no fuese atacada por el pirata Drake, ya que este no fue capaz de atravesar la barra defendida por esta advocación mariana. La representación aquí presente, de cara a la plaza, proporciona un carácter conmemorativo para recordar permanentemente a los vecinos que la villa fue salvada de las brutalidades de los herejes de manera milagrosa, por la intercesión directa de la Madre de Dios. Esta Virgen debió de tener gran predilección  entre la ciudadanía, al menos hasta 1719.

En ese año, la Flota de Nueva España, escoltada por la armada de Luis XIV, es atacada en la ría de Vigo, en 1702, por la escuadra anglo-holandesa, en la conocida como Batalla de Rande, el puerto de Pontevedra quedó al margen de la contienda y no sufrió ataque alguno, de este modo la Virgen de Quitapesares pontevedresa debió de acrecentar su devoción ante los fieles como protectora de la villa pues, una vez más, los había protegido. Pero los cartógrafos que formaban parte de las tropas francesas, aliados en esta ocasión con los españoles partidarios del advenimiento de la dinastía borbónica, reconocieron las aguas y el litoral de las rías y levantaron planos detallados de toda la zona, esta precisa información fue puesta a disposición de sus nuevos aliados en 1719, los ingleses, facilitando el desembarco de parte de las tropas de la escuadra del almirante Michells en la estuario del Ulló, en el fondo de la ría de Vigo, encaminándose esas tropas, bajo el mando del general Wade, a marchas forzadas, hasta la villa de Pontevedra.

Como narra Meijide Pardo, la población pontevedresa huyó despavorida ante esta invasión que asoló la desierta villa durante varios días, siendo los causantes del incendio de importantes edificios, entre ellos se encontraban: las Torres Arzobispales, la Maestranza, el pazo de los Churruchaos y la casa de los hermanos Nodales.

En esta ocasión la población entendió que la Virgen no protegió a sus fieles y estos la condenaron a un olvido tan profundo que, con el paso de los años, la mayoría de los pontevedreses eran desconocedores del significado de este relieve, cuestión que sigue ocurriendo hoy en día.

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