

La Antártida es un vasto territorio desértico e inhóspito, de planicies, montañas, volcanes y abismales grietas bajo un manto helado; un territorio donde los vientos pueden soplar a más de 250 km/h y las temperaturas descender a casi 80 grados bajo cero. La conquista de este continente aparecía en las primeras décadas del siglo XX como un ineludible desafío para el hombre. Las expediciones al Polo Sur, bajo condiciones extremas y difíciles, precisan de una preparación minuciosa. Conseguir doblegar al medio y lograr el éxito personal, fueron los acicates de una dramática carrera en la que sólo valía vencer, aunque se dejase la vida en ello.
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Roald Amundsen

"Se buscan hombres para viaje azaroso. Paga pequeña, frío intenso, largos meses de completa oscuridad, peligro constante. Regreso no asegurado. Honor y reconocimiento en caso de éxito"
(Aunque los historiadores difieran de este hecho, algunos aseveran la veracidad de este anuncio)
RRS Discovery

Robert F. Scott

El 10 de junio de 1910, el Terranova zarpó de Inglaterra con dirección a Australia con todos los pertrechos de la expedición y un equipo de más de treinta personas. Entre ellas se encontraban el teniente Henry Bowers, el Dr. Edward Wilson, el contramaestre Edgar Evans y el capitán de caballería Lawrence Oates.
En medio de la travesía, fue informado de que el noruego Roald Amundsen también se dirigía al Polo Sur, Scott no disimuló su desazón, el proceder del noruego le pareció desleal por no hacer público sus propósitos con mayor antelación. Amundsen había divulgado la noticia de que se proponía realizar una expedición al Ártico, cuando en realidad tenía en mente llegar al Polo Sur. A partir de ese momento, la misión de explorar el Polo Sur, se convirtió en una carrera para ver quién era el primero en llegar.
El texto del telegrama que Amundsen envió a Scott fue el siguiente:
“Me permito informarle que el Fram se dirige a la Antártida. Amundsen”
Scott llegó a la Antártida en el ballenero escocés Terranova en enero de 1911. Ese mismo mes llegó Amundsen, a bordo del Fram, a la Bahía de las Ballenas (situada unas 60 millas más cerca del Polo Sur que la base de Scott, en McMurdo).
El viernes 14 de diciembre de 1911, los noruegos alcanzaron los 90º de latitud Sur, el Polo Sur de la Tierra, pasaron tres días allí y emprendieron el viaje de regreso a su campamento base (Framheim), al que llegaron el 25 de enero.

Querido Capitán Scott:
Como usted probablemente es el primero en alcanzar esta área después de nosotros, le pediría amablemente expedir esta carta al Rey Haakon VII. Si usted quiere usar cualquiera de los artículos abandonados en la tienda no deje de hacerlo. El trineo dejado fuera puede ser empleado por usted.
Le deseo una vuelta segura. Cordiales saludos, Roald Amundsen.


Scott se resistía a emplear perros, ya que detestaba la idea de sacrificar a unos cuantos para alimentar a los demás. Por este motivo, a los perros que llevaba los mandó de vuelta cuando la situación fue empeorando. Llevaba 3 trineos con motor que pronto se averiaron y sus 17 ponies, que cargaban pesados sacos con avena para su alimentación, se hundían en la nieve y al transpirar por todo el cuerpo, su piel se congelaba, cuestión que no pasaba con los perros al transpirar a través de su lengua. Scott tuvo que ordenar su sacrifico. Sin animales como porteadores, la expedición tuvo que continuar a pie cargando con su equipo.



Evans / Oates

Nunca regresó, su cuerpo congelado reposa en algún lugar ignoto y salvaje cerca del Polo Sur. Ese día cumplía 32 años. No sirvió de nada, Scott y los otros dos miembros restantes del grupo, Wilson y Bowers, acabaron muriendo también, desnutridos, agotados y congelados.

“… me gustaría tener una historia que contar sobre la fortaleza, resistencia y valor de mis compañeros que removería el corazón de todos los ingleses. Estas torpes notas y nuestros cuerpos muertos, contarán la historia”
“Deberíamos aguantar hasta el final, pero nos estamos debilitando y el final no puede estar lejos. Es una pena, pero creo que no puedo escribir más. Por el amor de Dios, cuiden de los nuestros. R. Scott”
Murieron el 29 de marzo de 1912.

Cuando Scott consiguió alcanzar su soñado y obsesivo destino, lo que se encontró fue la bandera noruega que había dejado, un mes antes, Amundsen y su equipo, había perdido, aunque no era lo único, en aquella expedición, también se dejó la vida. De los cinco expedicionarios, ninguno logró sobrevivir, Scott y sus hombres perecieron cuando realizaban el camino de vuelta, debido a la inanición, al agotamiento físico, al frío extremo y al escorbuto, quedando casi como único recuerdo de aquella hazaña, la que el escritor austriaco Stefan Zweig, calificó como «uno de los cinco momentos estelares de la humanidad», su diario y sus fotografías.