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martes, 28 de septiembre de 2021

Las gárgolas de Santa María

 Si observamos con detalle todos los templos religiosos de nuestra ciudad, comprobaremos que tan solo en uno podemos contemplar una representación de las gárgolas con ese aspecto que las define como seres monstruosos y grotescos, entes celosos del templo que protegen y de los fieles que vigilan. Es en la basílica de Santa María La Mayor donde tenemos esa representación.

La palabra Gárgola proviene del francés gargouille, originalmente garganta. A su vez, este deriva del latín gurgulio o gargula, y, más atrás, de la raíz indoeruropea Gar, "tragar".

Si bien desde la antigüedad ya se contemplaba la existencia de elementos similares a las gárgolas, como los grifos o las quimeras, podemos asegurar que fue en la Edad Media, con la aparición del gótico, cuando las gárgolas ganaron en detalle y fueron profusamente usadas para decorar iglesias y catedrales, adquiriendo, además, un curioso rasgo distintivo: las figuras eran intencionadamente grotescas.

En arquitectura, las gárgolas son la parte final del canalón por donde se vierte agua de los tejados. Aunque cumplen funciones decorativas y simbólicas, su principal uso es como desagüe y sumidero para desviar el agua de la lluvia y evitar que cayera por las paredes erosionando la piedra de los edificios.

Las primeras gárgolas aparecen en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje. Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París.

Cuando a inicios del S. XII comienzan a producirse ciertos cambios en el pensar y en el comportamiento de los europeos en general, con una clara tendencia hacia el liberalismo, la Iglesia decide construir templos de gran altura, con un nuevo estilo arquitectónico, el gótico, templos con torres muy altas y con grandes vidrieras en su interior, para que lo iluminen intensamente. Este juego de iluminación debía reflejar la presencia divina dentro del templo, mientras que la gran altura dada a la construcción debía dejar la sensación en la población de la grandeza de Dios. Además, estos santuarios podían ser vistos desde cualquier parte del pueblo o comunidad.

Son muchas las explicaciones que se han planteado a lo largo de los siglos para revelar el significado oculto de las gárgolas. Parece que su función simbólica era la de guardar el templo frente al mal, símbolos mágicos que mantienen alejado al diablo y atemorizan a los pecadores. La Iglesia mantenía la creencia de que los fieles se comportaban de una manera en el templo, pero cuando lo abandonaban su comportamiento era pecaminoso. Concibieron las gárgolas como seres monstruosos y se los mostraron a los fieles como vigilantes que desde las alturas podían observar a todos los miembros de la comunidad, amedrentarlos y recordarles constantemente el destino trágico de su alma, lo que les esperaba si se desviaban del buen camino, le recordaban la necesidad de seguir los preceptos religiosos y así librarse del infierno.






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