En septiembre de 1920 se crea el Tercio de Extranjeros, nombre original de La Legión española. Nació como fuerza de choque para la dura guerra en el norte de Marruecos contra las tribus rifeñas, de la mano del teniente coronel de infantería D. José Millán Astray.
Todos los que se alistaban sabían que su vida en el Tercio no sería extensa, el combatir de seguido en primera línea de fuego no daba muchas esperanzas de vivir largamente y lo que anhelaban era una muerta rápida y sin dolor, y eso era lo que le pedían al Cristo de la Buena Muerte en Málaga, antes de ser embarcados para el norte de África, una buena muerte, rápida y sin agonía.
Así nació en 1921 esa vinculación de La Legión con la Congregación del Cristo de Mena, con el deseo de encomendarse a dicha imagen y tener al Cristo como su santo protector. En 1928 se confirmó oficialmente por parte militar y en el año 2000 lo oficializó la Iglesia. Aprobando el nombramiento del Santísimo Cristo de la Buena Muerte como protector oficial de la Legión española. Produciéndose entre la imagen del Cristo y los legionarios una extraña simbiosis mezcla entre lo épico, lo militar y lo religioso.
https://www.youtube.com/watch?v=uralKrOsxRE&t=2s
Acrecentada por la inseparable canción "El novio de la muerte", en origen un cuplé que se cantaba en los años veinte y que exaltaba la épica figura de aquel legionario que encontraron muerto en combate y en su pecho hallaron un carta y un retrato de una divina mujer. El Mando de La Legión conocedor de la psicología de sus hombres y ante la fuerza expresiva de aquella música y la emoción de su letra, no dudó en adoptarla y hacer de la partitura una dramática canción marcha.
https://www.youtube.com/watch?v=RF4CckrNjN0&t=4s
quién era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
mas la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón.
Mas si alguno quién era le preguntaba,
con dolor y rudeza le contestaba:
«Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tan leal compañera».
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera,
defendiendo a su bandera,
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
«Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera».
Cuando al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Aquella carta decía:
«...si algún día Dios te llama,
para mí un puesto reclama
que a buscarte pronto iré».
Y en el último beso que le enviaba,
su postrer despedida le consagraba.
«Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi bandera».
No hay comentarios:
Publicar un comentario